Por qué ‘Tres Años’.

Hay historias que podrían ser contadas, historias a las que les gustaría ser contadas, historias que nunca deberían contarse e historias que deben ser contadas (algo así como de «obligada lectura»).  Yo creo que Tres Años DEBE ser contada, y lo digo por lo siguiente:

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cartel de Tres Años, octbre de 2011, cuando eramos 7 años más jovenes

Para los que no sois habituales al Espacio Guindalera os explico que una vez terminadas las representaciones, los actores, aún caracterizados y vestidos, salíamos al hall del teatro para degustar un licor de guindas, con la excusa de tener un encuentro más cercano con el público y compartir impresiones. De entre las muchas muestras de cariño y gratitud que recibíamos por parte del respetable, yo tengo instaladas en mi memoria dos de ellas especialmente. La primera fue la de una mujer. Estaba poniéndose el abrigo dispuesta a salir a la calle. Cuando me acerqué a ella para brindar y agradecerle su visita, se percató de mi llegada y empezó a hacer enérgicos aspavientos con una expresión en el rostro que parecía reflejar la revelación de un acontecimiento sin igual, y me dijo: «… me ha encantado la función, gracias de verdad, enhorabuena, pero ahora mismo no puedo hablar… me tengo que ir… ¡¡debo hablar urgentemente con mi marido!!»

La segunda es la de un hombre mayor que al girarse, y ver que me tenía delante, congeló el instante unos segundos. Después me dio un abrazo a través de un impulso cariñoso y lo mantuvo largo rato. Deshizo el abrazo, me miró directamente a los ojos y entonces comprobé que en los suyos perleaban unas lágrimas. Sonrió, dio media vuelta y sin decir ni una sola palabra se marchó.

Estas dos reacciones me sobrecogieron e hicieron que reflexionara bastante sobre el impacto que ejercía  esta historia en la gente. Por lo que cuenta, algo tan sencillo y tan complejo al mismo tiempo, tan hermoso y tan cruel, tan verdadero y tan irreal, tan humano, tan vital, tan eterno y tan perecedero. A los de mi entorno teatral nos gusta decir que aunque sólo sea una persona del público a la que le ha interesado la función, sólo por esa persona ya mereció la pena la representación. Pues por esas dos reacciones, entre otras muchas (la mayoría por no decir todas) y que no tenían un patrón fijo de edad,  por mi deseo de enredar entre los cables de un rodaje, por las posibilidades cinematográficas reales que la historia contiene y por cierto homenaje que, hacia  qué o quien, no es el momento de desvelar, me decidí a imaginar una adaptación para la gran pantalla desde la cual Tres Años , en mi opinión, DEBE ser contada.

Creo que aquí, en España, se hace buen cine, malo y regular como en casi todo los sitios. Creo firmemente en el potencial y el talento que contiene este, por momentos, alocado país. Y también creo firmemente que Tres Años se parece bien poco a lo que ofrecen las salas españolas en lo que a producción nacional se refiere. Y creo también que, en cierto sentido, es una propuesta arriesgada y muy diferente a lo que habitualmente se produce aquí. Puede que no sea algo nuevo fuera de aquí, pero sí arriesgado y diferente dentro de aquí. Y desde aquí os digo que no me resulta fácil clasificar el genero cinematográfico al que pertenece Tres Años. Tres Años es Tres Años. Que cada uno la clasifique donde quiera cuando la vea. Para mí es única, como lo son mis perros o para cada uno su propia familia. Dicho riesgo solo se lo pueden permitir unos pocos, normalmente directores consagrados, así que a ver cómo lo hacemos. Por otra parte también creo que para la buena salud de una cartelera debe haber un poco de todo y en su justa medida. Y creo que tampoco se trata de tener que ser innovadores y arriesgados por norma, yo creo que se trata de contar historias por necesidad. Y por eso Tres Años DEBE ser contada.

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Alejandro después de uno de los grandes acontecimientos de Tres Años.

Tres Años contiene un montonazo de miradas sinceras, perplejas, asombradas y emocionadas detrás de una experiencia teatral única. Una experiencia elaborada con mimo y dedicación a través de un proceso de creación conjunto. Ese proceso tan arraigado a la manera de entender esta profesión en el Espacio Guindalera, y tan imposible de realizar en algunos campos, sobre todo, por motivos ineludiblemente comprensibles, en determinados tipos de ficciones televisivas. Pero también un proceso cimentado en la creencia de unos principios y compromisos difíciles de mantener en un mundo fagocitado por lo vulgar, lo banal y lo superfluo, inmerso en la obsesión por estrellato y la fama exprés a través de incontrolables deseos, exentos de escrúpulos, por ser «prentin pontic» , hacerse «millonencer» y conseguir ser «famosoruber» porque sí; Vaya por delante que no tengo nada en contra de las nuevas tecnologías y redes sociales, todo lo contrario, pero siempre y cuando no se nos vayan de las manos y hagamos un uso responsable e higiénico de ellas, claro está. Tampoco tengo nada en contra de ambicionar tener éxito en lo que hagas, siempre y cunado lo que hagas sea para que su éxito te haga tener ambiciones y no te convierta en un ambicioso.

Un «proceso de creación activa» es, simplificando, detenerse en el análisis del texto escrito, para comprenderlo conceptual y emocionalmente, en su más amplia gama de matices, e integrarlo orgánicamente desde la individualidad del actor. Probar y experimentar a través del ensayo, sin miedo a equivocarse, e ir poco a poco construyendo la escena. Hablar de «proceso de creación activa» en determinados medios es como calentar las puntas, estirar las ingles, ensayar el demi plie o el salto del cisne antes de un combate de boxeo. Una marcianada. Una marcianada, por otra parte, en un mundo atiborrado de sin sentidos. De inconsistencias. De comportamientos estúpidos. De interesados e interesadas. De corruptos y corruptas, de mafiosos y mafiosas, de chorizos y morcillas y de horteras y horteros, directamente ligados, todos, a la intolerable y condenada violencia. Una violencia, la real, que para algunos energúmenos es motivo de diversión y para otros un sistema de convivencia. Para mi es una aberración incomprensible que me llena de indignación y tristeza.

Tres Años contiene un amor necesario y olvidado,  contiene el asombroso poder de conectar con nuestra parte más humana, entrañablemente humana, sin necesidad de recrear grandes circunstancias extraordinarias, conflictos enrevesados, ni personajes psicológicamente retorcidos o especialmente complejos. Es en su brutal sencillez donde reside su impacto. Un impacto que tiene consecuencias aleccionadoras, humildes, honestamente necesarias  y rebosantes de cariñosa lucidez. Consecuencias que nos reconcilian con nuestra propia condición y ayudan bastante, desde mi punto de vista, a hacer de este mundo un lugar mejor. Y por eso Tres Años DEBE ser contada.

Tres Años después. Juan Pastor

» …Maestro, maestro, como debo interpretar el personaje!?»-  le preguntaban los actores a A. Chéjov antes del estreno cuando, con curiosidad infantil,  el genio se paseaba entre bambalinas – «… Pues debe usted interpretarlo bien.» Respondía.

Esta entrada nos la regala el origen de todo esto. Es quien puso en marcha el montaje de teatro y quien escribió la dramaturgia original. Hablo de uno de mis maestros, de mis padres artísticos, de mis ejemplos de compromiso, de entrega y elegante sensibilidad, de mis motivaciones para saltar a la aventura, de mis pasados y futuros brindis, de mis guardianes entre las tablas.

Estas son sus palabras:

Al cabo de los años después de haber emprendido la aventura  de la puesta en escena de “Tres Años”, una adaptación de la novela de Chéjov del mismo nombre, Raúl Fernández, actor principal de aquél montaje, que interpretó con una inmejorable actuación y una gran generosidad como persona, decide, a pesar de todas las dificultades que entraña una proeza de esta categoría, teniendo en cuenta los medios disponibles, la aventura de embarcarse en la producción de una película sobre la misma pieza. Nostalgia de unos años amables, difíciles pero productivos, esperanzadores y a la vez crudos que se mezclan con las sensaciones del material con el que nos enfrentamos y que está en toda la obra de uno de mis autores favoritos, Anton Chéjov.  La iniciativa de Raúl, hace que me lleguen recuerdos de aquél delicioso trabajo teatral sobre ese tema tan apasionante y que como toda obra de Chéjov me conmueve y me hace reflexionar sobre las complejas realidades de la condición humana.  La tópica felicidad y el deseo de alcanzar lo inexistente mientras despreciamos lo que generosamente nos ofrece la vida, porque posiblemente carecemos de la habilidad para escuchar verdaderamente lo que  nos ofrece.

La obra, su adaptación y la posterior contribución de todo el elenco durante los ensayos, desembocó en un cálido espectáculo que ofrecía al público la posibilidad de una serena reflexión sobre la siempre enaltecida pasión amorosa, un sentimiento casi siempre egoísta y de poca duración en el tiempo, sobre la búsqueda de ese amor verdadero inexistente del que tanto hemos oído hablar y que tanto ha reflejado la literatura universal durante siglos y sobre esa apasionante relación amorosa, que provoca las acciones más intrépidas y maravillosas que podamos imaginar, pero también las acciones más terribles.

En nuestro trabajo con los actores buscamos una fina ironía con un especial sentido del humor sobre lo rápido que se consume ese tipo de amor: pasión, ternura y aburrimiento, intentando ser fieles a esa mezcla de piedad, melancolía, filosofía y humor que siempre está presente en la obra de Chéjov. Un autor merecidamente clásico porque sabe hablar sobre los eternos conflictos del ser humano.

Mis mejores deseos para la aventura que ha osado emprender Raúl. Seguro que será una hermosa película.

Juan Pastor.

Qué es ‘Tres Años’

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Jose Bustos, María Pastor, José Maya Cortés y Raúl Fernández de Pablo en un momento de la función ‘TresAños’/ Teatro Guindalera. Octubre de 2011.

‘Tres Años’ es diferentes momentos en la vida de cinco personas que vivieron hace ya algún tiempo. Es la observación de aquellas vidas que no parecen tener nada de extraordinario, nada de particular, nada especialmente sorprendente. Es la contemplación de la vida misma. ‘Tres Años’ es una mirada quirúrgica de los sentimientos, deseos, pasiones, anhelos, frustraciones y conflictos que configuran el entramado de un mapa que conduce al misterio y complejidad de la condición humana. ‘Tres Años’ es Chéjov en la España de principios del siglo XX y también en la actual. Es el espacio y el tiempo a nuestro antojo. Es una invitación a observar, definir, reflexionar, entender, comprender y analizar ese sentimiento capaz de las cosas más maravillosas pero también de las más atroces: el amor.  ‘Tres Años’ es Julia, Alejandro, Paulina, Jaime y Gregorio.

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La naturaleza siempre está muy presente en las historias de Chéjov.

Como os decía en el post anterior, ‘Tres Años’ es también una locura (a los artistas nos encanta autodenominarnos artistas y nos encanta decir que lo que hacemos es una locura) entre otras cosas porque a los locos se les suele definir por ver donde nadie ve, y lo que yo veo en esta historia nadie parece verlo… o bueno, seamos justos, lo cierto es que unas cuantas personas sí ven el potencial cinematográfico de ‘Tres Años’ (más adelante os hablaré de ellas, las #personasmotivadorasGRACIAS!), y por eso, por ellas, he decidido poner en marcha esta «extravagancia fílmica»,  llamémoslo así. Los que no lo ven, no quieren ver o no saben verlo son los cuerdos. El dinero y las locuras pocas veces se dan la mano.

Ese potencial está, en mi opinión y entre otras muchas cosas, en el misterio de los sentimientos, en la sencillez y transparencia de su retrato captando lo puramente esencial, en hacer lo mínimo para conseguir lo máximo, en su juego narrativo muy poco convencional y divertido pero sin ser banal. Ese potencial está en la entrañable mirada con la que Chéjov observa a sus personajes… y la conmovedora lucidez de esa mirada es directamente proporcional a su belleza. Decía la canción que «… los genios no deben morir» y, con permiso de Ana Torroja y los hermanos Cano, añadiría que no deben morir y no son rusos ni españoles, ni franceses, ni italianos, ni ingleses, ni griegos, chinos, kazajos, chipriotas o catalanes… los genios son genios y nunca mueren. No pertenecen a nadie, solo a sí mismos y a todos a la vez. Nosotros nos lo hemos traído un ratito a esta España.

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«…escaparme, escurrirme por el paisaje de ese cuadro donde se reflejaba la inquietud de algo infinito e irreal». sec36/INT/NOCHE/SALÓN

Creo haber ido dándome cuenta de que las revelaciones que contienen las historias de Chéjov son como las de una persona que llevase años sin mirarse a un espejo. Un día andando por la calle, de repente, casi sin querer, repara en su propia imagen reflejada en un nítido, pulcro escaparate. Se detiene ante él con cierta sorpresa. Se acerca poco a poco con intriga. La gente desaparece a su alrededor, los sonidos de la calle se atenúan y surgen otros que siempre estuvieron y que parecen protestar por su olvido. Resuenan en una apacible y misteriosa lejanía.  Ahora solo está él y su propia imagen reflejada en el cristal… se reconoce, reconoce lo que fue, lo que es y lo que será. Imágenes de momentos y personas de las que hacía tiempo no se acordaba se balancean en su mente, llevan implícitas la experiencia sensorial y emocional de aquel entonces. Todo cobra un extraño sentido. El estruendo del claxon de un autobús de la EMT hace que el escaparate se ensucie y el gentío cruce por delante mirando al suelo. Entonces se da cuenta de que es la hora de comer.

 

La peli.

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Parte I. Primera versión.

Cuando evoco el otoño de 2011 acuden a mi memoria diferentes recuerdos. Por aquel entonces estrenamos en el teatro de la Guindalera la obra «Tres Años» basada en la novela homónima de A.Chéjov bajo la exquisita dirección de Juan Pastor. Desde el principio revoloteó en mi cabeza la idea de hacer una adaptación cinematográfica por diferentes motivos a los que me referiré más adelante. Y he aquí que desde hoy, vistas las posibles posibilidades de realizar dicho sueño, inauguro este diario de rodaje (no sé muy bien por qué pero me gusta más la palabra «diario» que «blog») donde pretendo desahogar un morboso deseo de ir comentando todo tipo de intimidades, circunstancias, estados, reflexiones, anécdotas, procesos y demás matices de este imposible… pues  de entre los muchos comentarios que he recogido en el camino por parte de gente de la industria, el más repetido es el de «¿¿… pero tu eres consciente de que hacer esta película, por lo menos aquí en España, es imposible??». Estupendo. Me ponen los imposibles.

Con frecuencia también acude a mi mente la frase, atribuida a Goethe, «un actor se hace en público pero su arte se hace en privado» con la que no puedo estar más de acuerdo y que reza en uno de los lugares más sagrados de mi casa: el baño. Lo digo porque dispuesto a traicionar con total impunidad una de mis máximas favoritas espero no decepcionar al personal y, si lo hago, no dudes en retuitearlo. Comenzamos.

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para escribir es mejor poner la calefacción.

Como sabéis, la producción de una película consta de tres partes: la preproducción, el rodaje y la postproducción. Podríamos añadir una cuarta que es la exhibición, pero teniendo en cuenta que muchas películas nunca llegan a estrenarse en cines, esta cuarta parte resulta más resbaladiza. Suele decirse que lo importante no es el estreno sino la experiencia… De acuerdo. Pero no nos engañemos, a todos los que nos apasiona este mundillo nos gustaría ver nuestra película estrenada en la sala 25 del Kinépolis.

El caso es que nosotros nos encontramos en esta primera parte, o mejor dicho, en la primera parte de la primera parte… Y de momento tenemos cantidades ingentes de ilusión, de ganas, de energía, de entrega, de pasión, de compromiso… pero nos falta lo más importante: la pasta. El cine es tiempo y en el cine el tiempo es dinero. Así que en ello andamos… y, paradojas de la vida, como sabréis,  para conseguir dinero primero hay que tener algo de dinero, ¿Pero qué pasa si no se tiene dinero para poder intentar conseguir dinero?… Pues hay que pedir dinero para que teniendo algo de dinero se pueda invertir ese dinero y poder ir luego a pedir que te dejen dinero para rodar una película; que la película se estrene y llegue a recaudar suficiente dinero para recuperar el dinero invertido, ¡Eso ya es otra cosa! Y no digamos recaudar dinero como para que puedas darle el dinero a tu banco o casero sin agobios… En fin, lo que decía, un imposible. Cuestión de dinero.

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La sombrilla de Julia  / Rubén Fernández de Pablo

Nosotros hemos decidido que lo primero sea grabar un «teaser». ¿Que qué es un «teaser»?, pues para que nos entendamos es una especie de trailer que se presenta a modo de dossier para que la gente de los despachos, los de la pasta,  se hagan una idea más o menos fiel del resultado de la película, tanto en cuestiones técnicas como conceptuales y artísticas, aparte de generar cierta intriga en el espectador (que no son otros que los de la pasta) y que digan: «Uuuum! joer … cómo mola, ¿qué es lo que pasa aquí? quiero saber más!.. dejémosles algo de PASTA, esto merece la pena!». Marketing al fin y al cabo.

Al margen de la cuestión esencial referida siete lineas más arriba, reunir a un grupo de gente o equipo («equipo» siempre suena mucho mejor que «grupo», a mí por lo menos) que quiera liarse la manta a la cabeza (¿por qué demonios se dirá «liarse la manta a la cabeza»?) y colaborar desinteresadamente en una locura como esta es relativamente sencillo. Lo complicado es cuadrar las fechas. El que no está ya comprometido con otros proyectos, antepone, como es lógico, su ocio, sus vacaciones o su vida personal. Porque el equipo técnico (¿veis como suena mejor «equipo» que «grupo» técnico?) es muy fácil de conseguir, basta con tener…  afirmativo: la PASTA.

Ojo! a mí me encanta la pasta, sobre todo la fresca o mejor dicho la pasta fresca casera, la artesanal. La pasta fresca la puedes encontrar en cualquier gran superficie. Unos raviolis de pasta fresca rellenos de foi son como para hablar con Dios, aunque son un poco difíciles de encontrar, tanto a unos como al otro, pero si te lo curras un poco, le dedicas tiempo y mimos, los puedes hacer en casa. Pero la otra, la otra pasta, la realmente importante para esto que tenemos entre manos, es muy fácil de encontrar, lo difícil es que te la den. Y hacerla en casa es imposible.

Algo que me da mucha rabia de este asunto es la censura que ejerce la otra pasta, la realmente importante, en la realización de los sueños. Por eso, sabiendo que necesitamos a esa otra pasta realmente importante, me niego a tener que depender de ella y me declaro en rebeldía! SÍ A LA PASTA ARTESANAL! NO A LA PASTA REALMENTE IMPORTANTE!.

Me llaman por teléfono, es alguien que no está en mi agenda, voy a cogerlo y si es alguno de los muuuchos productores a los que les he hecho llegar este proyecto diciéndome que me va dar un pastón para hacer la peli, borraré ipso facto las lineas anteriores.

Pronto podrás colaborar y conocer más acerca de este proyecto y ayudarnos a hacer posible lo imposible. Gracias por visitarnos. Os espero!.

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